✍️ Marcos Williams
La abstención electoral del año 2024 no es un accidente. Es una bofetada. Es el pueblo diciendo: “No creemos en ustedes”.
El senador Franklin Romero lo admitió: la política dominicana fracasó. Y fracasó porque se volvió un negocio, un mercado de favores, un desfile de caras sonrientes que desaparecen después de contar los votos.
Los ciudadano ya no queremos discursos huecos. Queremos decencia. Queremos políticos que entren pobres o ricos, pero que salgan limpios. Que den la cara. Que no cambien su número de teléfono cuando llegan al cargo.
Pero eso en la política dominicana es casi una utopía. Aquí el poder se usa para enriquecerse, no para servir. Y por eso la gente se quedó en su casa. Porque sabe que gane quien gane, el resultado es el mismo: más promesas, más corrupción, más indiferencia, más ineficacia, más nombramientos de personas incompetentes.
La abstención es un voto silencioso. Un rechazo feroz. El pueblo no está apático. Está cansado. Está harto.
Los partidos pueden seguir celebrando sus victorias pírricas. Pero cada urna vacía es un recordatorio brutal: la democracia se está desmoronando desde adentro.
Y el mensaje es lapidario: o cambian, o se hunden.
Café con Marcos Williams: "Un sorbo de realidad cada día"
